A comienzos de febrero de este año, desde Roma, Washington, D.C y Ginebra, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura –FAO–, el Fondo Monetario Internacional –FMI–, el Grupo Banco Mundial –GBM–, el Programa Mundial de Alimentos –PMA– y la Organización Mundial del Comercio –OMC–, pidieron a todos los gobiernos la adopción de medidas urgentes para abordar la crisis mundial de la seguridad alimentaria y nutricional.
En el mundo entero, la pobreza y la inseguridad alimentaria se están incrementando después de varias décadas de grandes avances en materia de desarrollo y productividad.
Por esta razón, estos importantes organismos de carácter multilateral les pidieron, en forma unánime, recíproca y categórica, a los gobernantes de todas las naciones la adopción de medidas inmediatas, a fin de abordar la crisis mundial de la seguridad alimentaria y nutricional.
De esta manera, el director general de la FAO, QU Dongyu, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, el presidente del GBM, David Malpass, el director ejecutivo del PMA, David Beasley, y el director general de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala, con base en el análisis de la coyuntura económica y política del año pasado y la prospectiva de una probable recesión mundial, prevista para después de mediados de 2023, emitieron una declaración conjunta en la que dejan en claro que de no cambiarse el rumbo de esa difícil situación global bien podría presentare una grave crisis económica, de alimentos y de mayor riesgo de desnutrición.
Según estas organizaciones multilaterales, las interrupciones de la cadena de suministro, el cambio climático, la pandemia de la covid-19, el endurecimiento financiero mediante el aumento de las tasas de interés y la guerra en Ucrania han causado un shock sin precedentes en el sistema alimentario mundial, siendo las poblaciones más vulnerables las más afectados.
La inflación de los alimentos –argumentan los voceros– también sigue siendo alta en el mundo, con docenas de países que experimentan una inflación de dos dígitos. De la misma manera, los altos costos de la logística internacional (transporte, aduanas, seguros, impuestos), así como los insumos para la protección de cultivos y nutrición de los suelos y los servicios al sector agrícola y ganadero se han encarecido de manera desproporcionada (fertilizantes, medicamentos, concentrados para animales). Además, en países emergentes se han depreciado sus monedas y se han elevado de precio enormemente las materias primas de origen agropecuario. Todo podría agravarse sí en el futuro próximo resultan ciertas las proyecciones de crisis económica o recesión mundial que los expertos analistas prevén para finales de 2023.
En tal sentido, según el PMA, 349 millones de personas en 79 países padecen inseguridad alimentaria aguda. La prevalencia de la subalimentación también está aumentando, después de tres años de deterioro. Se espera que esta situación empeore, y se prevé que los suministros mundiales de alimentos caigan a un mínimo de tres años en 2022/2023. La necesidad es especialmente grave en 24 países que la FAO y el PMA han identificado como focos de hambre, de los cuales 16 se encuentran en África.
Según la FAO, si bien los precios mundiales de los productos alimenticios básicos se están suavizando junto con la demanda mundial, se mantienen por encima de los promedios históricos, drenando los recursos de las economías importadoras. Los precios locales de los alimentos siguen siendo altos, lo que afecta a los pobres que gastan más de su presupuesto en alimentos. La evidencia emergente sugiere que las brechas en la asequibilidad de los alimentos están llevando a peores resultados nutricionales, afectando especialmente a los niños. Hoy en día, las mujeres padecen más inseguridad alimentaria que los hombres en todas las regiones del mundo, y la crisis actual está ampliando esta brecha.
Por otra parte, la asequibilidad de los fertilizantes, definida por la relación entre los precios de los alimentos y los precios de los fertilizantes, también es la más baja desde la crisis alimentaria de 2007/2008, que está llevando a una menor producción de alimentos y afectando más a los pequeños agricultores, empeorando los ya altos precios locales de los alimentos. Por ejemplo, la reducción en 2022 de la producción de arroz, para la cual África es el mayor importador del mundo, junto con las perspectivas de menores existencias, es motivo de grave preocupación.
En respuesta a la inflación de los precios de los alimentos, los combustibles y los fertilizantes, los países han gastado más de USD 710.000 millones en medidas de protección social que cubren a 1.000 millones de personas, incluidos aproximadamente USD 380.000 millones para subsidios. Sin embargo, solo se han gastado USD 4.300 millones en países de bajos ingresos para medidas de protección social, en comparación con USD 507.600 millones en países de altos ingresos.
Para evitar un empeoramiento de la crisis de seguridad alimentaria y nutricional, se requieren por parte de los Gobiernos más medidas urgentes para (i) rescatar los puntos críticos de hambre, (ii) facilitar el comercio, mejorar el funcionamiento de los mercados y mejorar el papel del sector privado, y (iii) reformar y reutilizar los subsidios perjudiciales con una focalización cuidadosa y eficiencia. Los países deben equilibrar las intervenciones urgentes a corto plazo con los esfuerzos de resiliencia a largo plazo a medida que responden a la crisis.
Los Focos de hambre en las zonas vulnerables
“Hacemos un llamamiento a los gobiernos y donantes para que apoyen los esfuerzos a nivel nacional para abordar las necesidades en los puntos críticos, compartir información y fortalecer la preparación para las crisis”, señalan los organismos internacionales.
El PMA y la FAO necesitan fondos urgentemente para atender a los más vulnerables de inmediato. En 2022, el PMA y sus socios llegaron a un número récord de personas, más de 140 millones, con asistencia alimentaria y nutricional, sobre la base de un récord de $ 14 mil millones en contribuciones, de los cuales $ 7.3 mil millones provinieron solo del Gobierno de los Estados Unidos. El PMA envió más de 3.000 millones de dólares en transferencias en efectivo a personas en 72 países y brindó apoyo a programas de alimentación escolar en 80 países, incluidos 15 millones de niños a través de apoyo directo y más de 90 millones de niños a través del refuerzo de los programas nacionales de alimentación escolar del gobierno.
La FAO ha invertido USD 1.000 millones para apoyar a más de 40 millones de personas en las zonas rurales con intervenciones agrícolas urgentes. Estas actividades se centraron en los 53 países enumerados en el Informe Mundial sobre las Crisis Alimentarias.
El Banco Mundial –BM– está proporcionando un paquete de seguridad alimentaria y nutricional de USD 30.000 millones que cubre los 15 meses comprendidos entre abril de 2022 y junio de 2023, incluidos USD 12.000 millones en nuevos proyectos, que se han comprometido antes de lo previsto. Esto también incluye USD 3.500 millones en nuevo financiamiento para la seguridad alimentaria y nutricional en los puntos críticos. Además, el BM ha asignado USD 748 millones de su modalidad de Financiamiento de Respuesta Temprana de USD 1.000 millones del Servicio de Respuesta a las Crisis (RCT) de la AIF para atender principalmente las necesidades en los puntos críticos y está movilizando fondos adicionales para el CRW.
También debe movilizarse financiamiento para el Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza (FFCLP) del FMI a fin de proporcionar financiamiento en condiciones concesionarias a los países de bajo ingreso que enfrentan necesidades de balanza de pagos.
Hasta la fecha, el nuevo Servicio para las Crisis Alimentarias del FMI ha respaldado a Ucrania, Malawi, Guinea y Haití, mientras que nueve países que enfrentan inseguridad alimentaria aguda se beneficiaron del apoyo financiero del FMI a través de nuevos programas o el aumento de los existentes, centrándose en el fortalecimiento de las redes y políticas de protección social para ayudar a abordar el impacto de la crisis alimentaria.
La Alianza Mundial para la Seguridad Alimentaria (GAFS) está apoyando una mayor preparación para las crisis a través del desarrollo y la puesta en práctica de planes multisectoriales de preparación para crisis de seguridad alimentaria en 26 condados, que deben ser apoyados por los gobiernos y los donantes. GAFS también continúa monitoreando la gravedad de la crisis alimentaria y el financiamiento de la respuesta global a través del Panel Mundial de Seguridad Alimentaria y Nutricional.
En su declaración, los entes globales también acogen con beneplácito los esfuerzos de todas las partes por movilizar más fondos para la transformación agrícola de África, como se señaló en la Declaración de Dakar, y reconocen la gran labor realizada por David Beasley, director ejecutivo del PMA, durante su mandato.
La masiva comercialización será la clave para incrementar la incertidumbre
Las organizaciones en su declaración también piden facilitar el comercio local y mundial, mejorar el funcionamiento de los mercados y reforzar el papel del sector privado.
“Los países deben minimizar las distorsiones del comercio, fortalecer la provisión de bienes públicos y permitir que el sector privado contribuya significativamente a mejorar los resultados de seguridad alimentaria. Reiteramos nuestro llamamiento urgente a los países para que: i) eviten políticas como las restricciones a la exportación, que pueden impedir el acceso a los alimentos de los consumidores pobres de los países importadores de alimentos de bajos ingresos; ii) apoyar las medidas de facilitación del comercio para mejorar la disponibilidad de alimentos y fertilizantes, iii) apoyar las iniciativas de financiación del comercio de manera transparente e indiscriminada; y iv) adherirse a los compromisos contraídos en la 12ª Conferencia Ministerial de la OMC”.
Si bien los países han levantado algunas prohibiciones a la exportación de trigo y arroz, las nuevas restricciones y prohibiciones a la exportación, en particular de hortalizas, están obstaculizando la disponibilidad en los mercados mundiales. La seguridad alimentaria mundial puede fortalecerse si los gobiernos apoyan tanto a los productores como a los consumidores de alimentos de manera inteligente y específica, por ejemplo, fortaleciendo la provisión de bienes públicos de manera que mejoren la productividad agrícola de manera sostenible. Los países pueden utilizar sistemas de cupones electrónicos para fertilizantes y evitar la contratación pública a gran escala y los esquemas de distribución subsidiados, ya sea en insumos agrícolas o productos agrícolas, que desplazan al sector privado.
La Plataforma Mundial de Seguridad Alimentaria de IFC de USD 6.000 millones apoya a los agricultores para que accedan a fertilizantes y otros suministros críticos, al tiempo que ayuda a las empresas privadas a realizar inversiones a más largo plazo, centrándose en mejorar la resiliencia de los sistemas agroalimentarios y la eficiencia en el uso de fertilizantes. Los países deben seguir el Código Internacional de Conducta para el Uso y la Gestión Sostenibles de los Fertilizantes de la FAO para gestionar de manera sostenible los nutrientes para la seguridad alimentaria.
Procurar los cambio adecuados en los subsidios y ayudas gubernamentales
Igualmente urgen reformar y reutilizar los subsidios perjudiciales con una focalización cuidadosa y de mayor eficiencia. En su opinión, “los países deberían reformar y reorientar los subsidios universales generales hacia programas temporales y mejor orientados para la seguridad alimentaria mundial y los sistemas alimentarios sostenibles, teniendo en cuenta los aspectos clave de (i) eficiencia, (ii) costos y sostenibilidad fiscal, (iii) flexibilidad, (iv) complejidad administrativa, (v) equidad y (vi) resiliencia y sostenibilidad fortalecidas”.
La mayor parte de la respuesta mundial de protección social a la inflación es en forma de subsidios, la mitad de los cuales no son específicos, ineficientes y costosos para los gobiernos ya limitados. Se debe aumentar el apoyo para que los países fortalezcan y desplieguen estrategias de protección social integrales, viables y sensibles a las crisis. Las políticas y reformas respaldadas por el financiamiento del FMI y el Banco Mundial se han centrado en la transición de medidas de base amplia a enfoques más específicos.
Los países deben reexaminar y reformar su apoyo a la agricultura, que ascendió a alrededor de USD 639.000 millones por año entre 2016 y 2018, y desde entonces ha ido en aumento. De cada dólar gastado, solo 35 centavos terminan con los agricultores. Gran parte de este apoyo incentiva el uso ineficiente de los recursos distorsiona los mercados mundiales o socava la sostenibilidad ambiental, la salud pública y la productividad agrícola.
Sin ignorar las compensaciones inherentes asociadas a las reformas políticas a gran escala, esta financiación debe reformarse y reutilizarse de manera que se refuerce la resiliencia y la sostenibilidad del sistema agroalimentario, como la adopción de buenas prácticas agrícolas, la investigación y la innovación (incluida la eficiencia de la aplicación de fertilizantes y alternativas a los fertilizantes sintéticos), los servicios de extensión y asesoramiento. infraestructura y logística mejoradas, y tecnologías digitales que mejoran la productividad de manera sostenible.
La nueva estrategia de ciencia e innovación de la FAO y las perspectivas de las tecnologías e innovaciones de los sistemas agroalimentarios, junto con la Iniciativa Un CGIAR, desempeñan un papel fundamental en estas áreas para obtener beneficios globales de las reformas de cada país.
Ya se están tomando medidas para abordar los desafíos estructurales subyacentes en la protección social y en los mercados de alimentos y fertilizantes, pero se necesita una acción más concertada en estas tres áreas clave para evitar una crisis prolongada. Estamos comprometidos a trabajar conjuntamente y con impacto para apoyar a los más vulnerables.
Esta es la tercera declaración conjunta de los jefes de la FAO, el FMI, el GBM, el PMA y la OMC acerca de la crisis mundial de seguridad alimentaria y nutricional. Para acceder a las declaraciones conjuntas anteriores consultar.