Los pronósticos sobre los mercados para el próximo decenio sugieren que una “revolución agrícola digital” será el cambio más novedoso que podría ayudar a conseguir que la agricultura satisfaga las necesidades de la población mundial en el futuro. Agricultura inteligente
El tiempo de la modernización de la agricultura pasó de la teoría a la práctica, mediante la incorporación de tecnologías nuevas o “de punta”, que revolucionaron el mundo hacia la era digital y virtual en un mundo interconectado.
“El futuro de la agricultura no será intensivo en insumos sino en tecnología”, pronosticó recientemente José Graziano da Silva, director general saliente de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación –FAO–, en un simposio internacional sobre la transformación digital de la agricultura (agricultura inteligente) que la entidad llevó a cabo en Roma.
El sector agropecuario y la disponibilidad de alimentos afrontan múltiples desafíos. El crecimiento previsto de la población mundial, de 7.600 millones de personas en 2018 a más de 9.600 millones en 2050, exigirá un importante incremento de la demanda de alimentos. Al mismo tiempo, la disponibilidad de recursos naturales tales como el agua dulce y las tierras cultivables productivas se ve cada vez más restringida.
La producción no es la única preocupación; si bien en la actualidad el suministro de productos agrícola es suficiente para alimentar al mundo, 821 millones de personas todavía padecen hambre (FAO, 2018).
Algunos procesos, como la rápida expansión de la urbanización, el desplazamiento forzado y emigración de campesinos hacia las ciudades, también tienen importantes consecuencias en las pautas de producción y consumo de alimentos.
El sector agroalimentario sigue siendo fundamental para los medios de vida y el empleo. Hay más de 570 millones de pequeñas explotaciones agrícolas en todo el mundo, pero la agricultura y la producción de alimentos representan solo el 28 % de toda la fuerza de trabajo mundial.
Para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible de un mundo libre del hambre para 2030, será necesario contar con sistemas alimentarios más productivos, eficientes, sostenibles, inclusivos, transparentes y resilientes. Ello requerirá una transformación urgente del sistema agroalimentario actual. Según la FAO, las innovaciones y la incorporación de tecnologías digitales pueden ser parte de la solución.
La denominada “cuarta revolución industrial” (Industria 4.0) está causando una rápida transformación en casi todos los sectores (económicos, sociales y culturales) debido a innovaciones digitales revolucionarias, como la tecnología de la cadena de bloques (blockchain), la Internet de las cosas, la inteligencia artificial y la realidad virtual inmersiva (permite que los usuarios se sumerjan físicamente en entorno 3D para interactuar naturalmente con el mundo virtual en el marco de experiencias vivas y realistas).
En el sector de la agricultura y la alimentación, la difusión de las tecnologías móviles, los servicios de teledetección y el procesamiento distribuido ya están mejorando el acceso de los pequeños productores a la información, los insumos, los mercados, la financiación y la capacitación. Las tecnologías digitales (agricultura inteligente) están creando nuevas oportunidades para integrar a los pequeños agricultores en un sistema agroalimentario de base digital (USAID, 2018).
Se prevé que el próximo período de crecimiento de las conexiones móviles provenga principalmente de las comunidades rurales. De acuerdo con estadísticas del Banco Mundial (BM), del 20 % más pobre de la población de los países en desarrollo, el 70 % ya tiene acceso a teléfonos móviles.
Asimismo, el BM prevé que más del 40 % de la población mundial tiene acceso a Internet, y existen importantes iniciativas encaminadas a conectar a quienes viven en las zonas rurales de los países en desarrollo.
No obstante, para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico –OCDE– la agricultura inteligente (procesos ayudados con inteligencia artificial) y la cadena de valor alimentaria plantean algunos retos. La transformación debe realizarse con cuidado a fin de evitar un aumento de la “brecha digital” entre las economías y los sectores y entre aquellos que poseen diferentes capacidades para adoptar nuevas tecnologías.