Por Alejandro Vargas
Alba Rodríguez
Osaka, Japón
Imaginar cómo podría ser una ciudad en el año 2050 es vislumbrar un escenario donde la tecnología avanzada y la vida humana conviven de forma armoniosa.
Carreteras hechas a partir de dióxido de carbono reciclado, robots autónomos que cultivan alimentos y ejecutan obras de ingeniería con precisión milimétrica gracias a la inteligencia artificial, vehículos personales todoterreno, buques de cero emisiones que generan y transportan hidrógeno impulsados por el viento, y una red de movilidad urbana que opera sin interrupciones.
No es ciencia ficcion, es una mirada tangible al futuro que ya empieza a tomar forma en el pabellón “Ciudad del Futuro”, presentado en la Expo 2025 de Osaka.
En el marco de la denominada “exhibición de la sociedad futura» de la Expo, el pabellón despliega una serie de innovaciones tecnológicas que, aunque parecen sacadas de una serie futurista, están más cerca de la realidad de lo que parece. Lejos de ser ideas conceptuales, muchas de estas iniciativas ya están en desarrollo y prometen revolucionar la forma en que se vive en las ciudades.

Sociedad 5.0
La narrativa visual se inspira en el concepto japonés de la sociedad 5.0, una visión del futuro donde el avance tecnológico no solo se pone al servicio del bienestar humano, sino que también impulsa el progreso económico. El objetivo: construir un mundo más sostenible, justo y preparado para afrontar los grandes retos sociales de nuestro tiempo.
Bajo el lema «diseñar la sociedad del futuro e imaginar nuestra vida del mañana», la Expo Mundial invita a los visitantes a sumergirse en un escenario donde la tecnología y la innovación dibujan los contornos de un nuevo modelo de sociedad.
A medida que la inteligencia artificial avanza a un ritmo vertiginoso y los robots alcanzan niveles de sofisticación cada vez mayores, surgen preguntas fundamentales sobre el rumbo de nuestra sociedad: ¿Qué nos hace realmente humanos en un mundo donde la inteligencia artificial puede pensar, crear y decidir? ¿Qué impacto tendrá en la sociedad y en el mercado laboral si hay una brecha entre quienes acceden a empleos enriquecedores y quienes se ven confinados a ocupaciones menos valoradas o automotizables? ¿Qué rol desempeñará el ser humano en una sociedad donde la inteligencia artificial superará nuestras capacidades en numerosos campos?
Frente a este panorama, la Expo Universal ofrece un espacio para imaginar soluciones tecnológicas y explorar escenarios futuros. La Expo no pretende dar respuestas definitivas a los grandes interrogantes de nuestra época, ni asegurar que la tecnología por sí sola pueda garantizar una sociedad más feliz. Su objectivo último es inspirar, invitar a la reflexión y abrir camino hacia nuevas posibilidades.
Sin embargo, la incertidumbre sobre cómo enfrentar los desafíos sociales y económicos que trae la automatización y la robotización seguirán siendo una preocupación presente en nuestro horizonte. Como señala Hiroshi Okuyama, asistente del jefe de la Secretaría de Future City en la Expo 2025 Osaka, “las nuevas tecnologías no siempre harán la vida de las personas más feliz. Primero, cada uno debería reflexionar sobre qué es su propia felicidad, y luego tratar de alcanzarla utilizando las nuevas tecnologías”.
Ciudad del Futuro

El pabellón «Ciudad del Futuro» es una iniciativa impulsada por la Asociación japonesa para la Exposición Mundial 2025, en colaboración con doce empresas niponas líderes del sector tecnológico. Juntos, fusionan creatividad y tecnologías de vanguardia para imaginar cómo serán las ciudades del mañana, en el marco del concepto de la sociedad 5.0.
Con 150 metros de longitud y una superficie de exposición de 3.300 metros cuadrados, es uno de los pabellones más grandes de la Expo Mundial. Su fachada, revestida con una membrana de malla blanca, crea una atmósfera envolvente, como si una neblina eteréa marcara el umbral hacia una nueva era. Es la primera vez que este tipo de membrana, en blanco puro, se emplea en arquitectura. Entre sus propiedades se destaca la capacidad de limpiarse con el agua de lluvia y de purificar el aire que rodea la estructura.
En su interior, la exposición principal se divide en tres secciones: la exposición temática y la exposición común, ambas organizadas por la Asociación japonesa, y la exposición de empresas, donde cada uno de los doce patrocinadores presenta soluciones tecnológicas para la sociedad del futuro.
El recorrido comienza con una exposición temática que muestra las distintas etapas del desarrollo de la humanidad: desde la era de cazadores-recolectores (sociedad 1.0), pasando por la agraria (2.0), la industrial (3.0), la de la información (4.0), hasta llegar a la sociedad 5.0.
Luego, el visitante se adentra en un espacio impactante compuesto por cuatros cubos 3D que revelan una visión de la sociedad centrada en el ser humano. Cada cubo ofrece una mirada al futuro a través de cuatro temáticas clave: familia y hogar, transporte y logística, salud y bienestar, y educación y entretenamiento.
Posteriormente, el visitante accede a una sala multimedia que simula un ciberespacio dinámico. En este entorno inmersivo, el visitante se proyecta al año 2035 y participa en la construcción de la ciudad del futuro, eligiendo entre distintos estilos de vida y definiendo prioridades urbanísticas relacionadas con la sostenibilidad, la conectividad, el espacio público, la calidad de vida, y la infraestructura digital e inteligente.

El recorrido culmina con una presentación de propuestas concretas de las firmas patrocinadoras, en aéreas como alimentación y agricultura, transporte y movilidad, medio ambiente y energía, así como manufactura y desarrollo urbano.
En conjunto, la exhibición no solo presenta avances tecnológicos, sino que puede llevar al visitante a formularse preguntas fundamentales que definirán nuestro futuro colectivo. ¿Es posible que el avance tecnológico contribuya a equilibrar el crecimiento económico y a la resolución de desafíos como la desigualdad, el acceso equitativo a recursos y la sostenibilidad ambiental? ¿Cómo sería una ciudad realmente centrada en el bienestar humano no solo en términos de eficiencia o crecimiento, sino también en calidad de vida, inclusión y desarrollo social?
Estas preguntas nos invitan a repensar la innovación no solo como un fin en sí mismo, sino como un proceso continuo de destrucción creativa, en el que los modelos y estructuras obsoletas deben ser cuestionados y remplazados por nuevas ideas y formas de organización. Un proceso que implica no solo avances tecnológicos, sino también un replanteamiento profundo de nuestras prioridades, valores y formas de convivencia.
Japón, un país que históricamente ha estado a la vanguardia de la tecnología —desde los robots humanoides ASIMO de Honda y el automóvil híbrido Toyota Prius, hasta el escáner PET, las consolas de Sony y Nintendo o incluso el ramén instantáneo— ha demostrado una capacidad asombrosa para inspirar al mundo con su ingenio.
No obstante, pese a su liderazgo tecnológico, la sociedad nipona enfrenta desafíos cada vez más urgentes: una población en declive, escasez de mano de obra y un crecimiento económico moderado. En este contexto, la adaptabilidad se perfila como un valor estratégico para asegurar su futuro, haciendo que la visión presentada en la “ciudad del futuro” no sea solo una utopía tecnológica, sino una respuesta concreta a necesidades reales, marcando un rumbo posible hacia una sociedad más resiliente y centrada en el bienestar humano.
Agricultura inteligente

En el ámbito de la alimentación y la agricultura, la compañía japonesa Kubota, — responsable de este sector en el pabellón—, parte de una premisa clara: pensar en el futuro de la comida y la agricultura es, en el fondo, pensar en el futuro de la vida misma. ¿Qué comeremos en el futuro? ¿Cómo produciremos nuestros alimentos?
Kubota apuesta por un futuro agrícola sostenible a través de la implementación de una agricultura de precisión, totalmente automatizada y basada en datos. En el espacio de exhibición presenta dos modelos conceptuales de robots de plataforma, que pueden realizar labores agrícolas precisas y obras de ingeniería civil y construcción, todo de forma autónoma, sin intervención humana.
Los robots modelo tipo V y S operan de manera coordinada mediante herramientas e implementos intercambiables, adaptados a distintas tareas. Estos robots de plataforma representan una solución innovadora frente a la creciente escasez de mano de obra en el sector agrícola y constituyen una apuesta estratégica para asegurar el futuro del suministro alimentario global.
El robot tipo V se distingue por su capacidad de adaptarse a diversos cultivos. Una de sus principales características es que puede adecuar el alto y ancho de su carrocería, permitiendo ajustarse a la distancia entre los cultivos, al estado de crecimiento de las plantas y al tipo de labor que se requiera.
En el cultivo de arroz, por ejemplo, este robot puede encargarse de labores como la labranza, el cultivo intermedio, el control de plagas o incluso la cosecha. Tareas que antes requerían múltiples máquinas (como tractores o cosechadoras) ahora pueden ser ejecutadas por un solo dispositivo. El modelo tipo V también es apto para el cultivo de hortalizas y otros productos, así como para tareas fuera del ámbito agrícola.

El robot tipo S, por su parte, se presenta como una plataforma versátil diseñado para adaptarse a las condiciones del terreno. Dotado con cuatro patas flexible, este modelo mantiene una notable estabilidad incluso en superficies irregulares o inclinadas, como las que se encuentran en huertos frutales.
A medida que el trabajo agrícola continúa disminuyendo a un ritmo cada vez más acelerado, esta plataforma robótica de nueva generación apuesta por la automatización sostenible.
Este tipo de robots podría abrir camino hacia una agricultura más sostenible, clave para garantizar el futuro de la producción de alimentos.
Transporte interconectado

En el terreno del transporte y la movilidad del futuro, la empresa japonesa Kawasaki Heavy Industries presenta un ambicioso concepto de transporte público avanzado, pensado para facilitar conexiones sin interrupciones entre trenes, automóviles, barcos e incluso aviones.
El sistema, denominado ALICE, está basado en cabinas modulares de tres metros de ancho y 2,1 metros de alto y profundidad. Estas cápsulas compactas, diseñadas para transportar hasta cuatro personas, pueden integrarse fácilmente en distintos medios de transporte. Además, funcionan con energía de hidrógeno, lo que las convierte en una alternativa limpia y eficiente. La propuesta futurista de Kawasaki tiene como objetivo eliminar los transbordos, aliviar la congestión y mejorar la eficiencia en los desplazamientos diarios.
Kawasaki también presentó a Corleo (imagen de apertura), un modelo conceptual de vehículo personal todoterreno, diseñado para escalar todo tipo de montañas lo que podría facilitar la exploración de entornos naturales antes inalcanzables.
Cazador de viento

La firma nipona Mistui OSK Lines presenta en la Expo su innovador proyecto “cazador de viento”, un barco propulsado por hidrógeno que ofrece una mirada hacia el futuro de la navegación con impacto ambiental mínimo.
Este concepto pionero explora no solo el uso del viento como fuente motriz, sino también como fuente de energía para producir y suministrar hidrógeno, un combustible limpio y sostenible.
Robots submarinos

En un futuro no muy lejano, la construcción bajo el agua podría dejar de ser una hazaña excepcional para convertirse en una actividad cotidiana, con robots sumergibles asumiendo un rol protagónico en esta nueva frontera de la ingeniería.
Las empresas japonesas Asunaro Aoki Construction y Komatsu están liderando esta visión con la presentación de un innovador robot de construcción subacuático, equipado con tecnologías de información, comunicación y control automático, que puede operarse a distancia. La iniciativa abre nuevas posibilidades para que la robótica asuma un papel crucial en tareas bajo el agua que, hasta ahora, han requerido enormes esfuerzos humanos y logísticos.
Las obras submarinas en ríos y océanos son tan constantes como esenciales. Cuando los sedimentos se acumulan sin control, el riesgo de inundaciones aumenta considerablemente. En este contexto, aplicar tecnología avanzada no sólo mejora la eficiencia de las intervenciones, sino que también contribuye a preservar ecosistemas acuáticos, proteger comunidades costeras y sostener actividades económicas vinculadas al agua.
Solo el tiempo dirá si las cabinas ALICE, los robots submarinos, los “cazadores de viento” o los robots de plataforma pasarán de ser prototipos de exhibición a convertirse en tecnologías convencionales del mañana. Para Hiroshi Okuyama, lo importante es la huella que estas innovaciones puedan dejar en la memoria colectiva. “Espero que, en el futuro, cuando los niños y los estudiantes [de ahora] sean testigos de nuevos logros, recuerden que vieron esta tecnología en la Expo de Osaka hace mucho tiempo”.
Colaboración periodística:

Alejandro Vargas
Osaka, Japón
Fotografía:
Alba Rodríguez