Si hablamos de la historia de la palma de aceite en América Latina y, de manera particular en Colombia, encontramos que existe una reconocida evolución, creciente, ordenada y sistemática, de un cultivo exótico, novedoso y productivo, que se constituyó en motor de desarrollo agroindustrial sostenible para los países productores.
Esa prodigiosa planta de palma aceitera (Elaeis guineensis), originaria de África Occidental, especialmente de la región de Guinea, ha sido cultivada en el mundo por más de 5.000 años. Su introducción en América se remonta a los viajes de Colón, aunque fue a partir de la década de 1940 cuando su cultivo comenzó a expandirse de manera significativa en la agricultura tropical del continente. Desde entonces, la palma de aceite se ha arraigado con fuerza, consolidándose como una alternativa productiva y sostenible para cientos de productores grandes, medianos y de pequeña escala. Colombia es pionera en el cultivo y hoy ocupa el primer lugar en Latinoamérica y el cuarto puesto en el mundo.
En Colombia y en la región, su desempeño en la actividad agrícola ha sido notable, con un impacto positivo en sectores clave de las economías locales, como el agroalimentario, el industrial y el energético. Más recientemente, ha cobrado relevancia en el transporte, con un enorme potencial para impulsar la transición energética, en especial a través del desarrollo de biocombustibles sostenibles para la aviación y el transporte marítimo.
Pese a su corta historia y a esa evolución sistemática, la producción de palma de aceite ha estado enmarcada en un aprendizaje continuo del negocio, caracterizado por etapas de introducción, expansión y crisis, así como como en una intensa búsqueda de sostenibilidad y mayor competitividad. Según expertos, el futuro económico de este ecosistema agroindustrial dependerá de mantener este equilibrio entre la producción sostenible, el respeto por el medioambiente y el bienestar social.
Hoy la palma de aceite en Colombia, con más de 609.000 hectáreas sembradas y una producción de aceite que bordea los dos millones de toneladas anuales, comprende cuatro zonas geográficas básicas (regiones Norte, Central, Oriental y Suroccidental), ubicadas en 161 municipios, de 21 departamentos, con alrededor de 8.065 productores. En la actualidad se está expandiendo al Urabá antioqueño con muy buenas perspectivas de productividad.
Colombia, como primer productor de palma de aceite en América y el cuarto en el mundo, lidera las certificaciones internacionales de sostenibilidad como la RSPO, que garantizan que el cultivo no proviene de áreas deforestadas y que se maneja de manera ambientalmente responsable. Otros países de la región, como Guatemala, Honduras y Perú, también avanzan en esa dirección, promoviendo modelos de palma sostenible e inclusiva.
El gremio palmero
La agroindustria en el país está orientada y soportada por la Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite –Fedepalma–, como una organización gremial de carácter privado, que durante más de seis décadas de trabajo constante ha favorecido a pequeños, medianos y grandes cultivadores de palma de aceite, quienes operan a escala empresarial, asociativa, incluyendo alianzas estratégicas, o individuales; al igual que a extractores e industriales del sector.
Fedepalma, mediante sus diversos servicios gremiales, busca incrementar la competitividad y la sostenibilidad de la agroindustria del aceite de palma; difundir y estimular el reconocimiento de sus beneficios y bondades en los mercados de consumidores; administrar las actividades de parafiscalidad palmera; así como promover el desarrollo de nuevos negocios.
El presidente ejecutivo de Fedepalma, Nicolás Pérez Marulanda, ha mostrado en diversos escenarios la evolución positiva del sector palmicultor y su importancia en la economía nacional como generadora de empleo formalizado (233.00 empleos directos e indirectos relacionados en 2024) y su gran aporte al Producto Interno Bruto (PIB) agrícola del país (12,1 %), consolidándose como uno de los pilares del crecimiento de la economía rural, y su impulso a la reactivación económica del país durante los años posteriores a la pandemia. “Pese a las dificultades ocasionadas por efectos del calentamiento global, que disminuye la productividad, para este año se espera una mayor producción, gracias a unas mejores condiciones climáticas”.
En su opinión, “en 2025 esperamos una recuperación, seguramente no todo lo que perdimos en 2024 como consecuencia del Fenómeno de El Niño y La Niña, pero continuaremos con la senda de crecimiento con la que venía la palmicultura colombiana”.
Pérez Marulanda afirmó que la producción de aceite de palma ha crecido de muy buena manera en lo corrido del año por lo que el indicador acumulado al mes de agosto supera el 10 %, cifra que contrasta con el comportamiento de 2024 cuando el primer cuatrimestre fue muy difícil a causa de los fenómenos climáticos tropicales. Fedepalma cree que este año el clima continue siendo más favorable en todos los meses y contribuya en la estabilización productiva de las diversas zonas de cultivo.
Desafíos sanitarios
Inicialmente el país sembró la variedad Elaeis guineensis o palma africana con muy buena productividad. Sin embargo, la planta ha sido atacada por diversas enfermedades como la pudrición de cogollo (PC) y la marchitez letal (ML), el Anillo Rojo (AR), y la Marchitez Sorpresiva (MS), entre otras, las cuales pueden ser causadas por hongos, bacterias, nematodos y otros patógenos, afectando de forma severa el crecimiento y la producción de las plantaciones y ocasionando enormes pérdidas en las áreas atacadas por destrucción de los cultivos.
En cuanto a esos y otros aspectos fitosanitarios y de agroeconomía, la palmicultura colombiana está soportada por la Corporación Centro de Investigación en Palma de Aceite –Cenipalma–, una institución de carácter técnico y científico (constituida a comienzos de la década de los años 1990 por iniciativa de Fedepalma), que vela por la sanidad, productividad y sostenibilidad de los cultivos y la cadena agroindustrial, mediante la investigación, generación de insumos y guías para la implementación de mejores prácticas, a fin de lograr los mejores resultados y los servicios que el sector requiere.
En las últimas tres décadas, Cenipalma se ha dado a la tarea de investigar en forma rigurosa todas las características técnicas alrededor de los cultivos y la variedad Elaeis guineensis, a fin de encontrar respuestas científicas y prácticas para implementar en los cultivos y contrarrestar las enfermedades y plagas que atacan la planta.
Es así como el gremio palmero posee ahora una nueva variedad híbrida, el Híbrido OxG resultado del cruzamiento de Elaeis oleifera x Elaeis guineensis, que representa un híbrido de la palma aceitera -la palma africana (E. guineensis) y la palma americana (E. oleífera), conocidos en el mercado como OxG, desarrollados para obtener rasgos mejorados, como la resistencia a la PC, pese a que ha presentado desafíos de polinización y productividad que requieren un manejo especializado. Día a día se comprueba la efectividad del hibrido y se planta en reemplazo de las variedades anteriores o en predios nuevos. Se espera que con las características propias para los suelos y cambios climáticos en próximas décadas la mayoría de los cultivos estén sembrados con esta variedad híbrida.
Infraestructura
En Colombia, actualmente existen 13 plantas productoras de biodiésel activas, según el informe oficial de Fedebiocombustibles publicado en 2025. Estas plantas están distribuidas en distintas regiones del país y utilizan principalmente aceite de palma como materia prima, lo que vincula directamente al sector palmero con la transición energética nacional.
Estas plantas abastecen la demanda interna de biodiésel, que en 2024 alcanzó cerca de 688.000 toneladas, y están preparadas para responder a incrementos en la mezcla con diésel convencional, como parte de las políticas de descarbonización del transporte
En la actualidad existen 69 plantas de extracción de aceite y 13 de producción de biodiésel. En varias de esas plantas se han implementado proyectos para el procesamiento y tratamiento de biomasas y efluentes líquidos, a fin de obtener gas propano y la generación de energía eléctrica y biogás. Igualmente, otras plantas cuentan con sistemas de compostaje avanzado tipo búnker aireado con la tecnología ZWAB (“cero desperdicios”), con lo que se aprovechan todos los residuos de la planta de beneficio (tusas, racimos vacíos, efluentes).
En próximos periodos la agroindustria estará dando pasos gigantes mediante la participación en nuevas alternativas de biocombustibles para transportadores aéreos y marítimos, así como en la transición energética en el suministro de biogás, hidrógeno verde y otros productos que están en investigación.
Avances destacados
Gracias a un arduo y comprometido trabajo gremial, Fedepalma alcanzó logros fundamentales para la agroindustria de la palma de aceite en Colombia en los periodos recientes. De acuerdo con el balance presentado por Nicolás Pérez, algunas de las metas conseguidas muestran avances significativos en los objetivos de desarrollo sostenible, productividad y gestión comercial en los que trabajan los eslabones de la cadena agroalimentaria del aceite de palma. Entre otros, sobresalen aspectos como:
Frente al Pacto Verde Europeo, específicamente acerca del Reglamento de la Unión Europea sobre la Deforestación (EUDR, por sus siglas en inglés), que comenzara a operar a partir del 30 de diciembre de este año, el sector se ha preparado con anticipación y es una de las actividades agrícolas colombianas llamadas a superar todos requisitos de la nueva normatividad comercial. De tiempo atrás, la palmicultura avanzó en el proceso de georeferenciación de los polígonos de las fincas con palma de aceite, con el propósito de cumplir con los requisitos de trazabilidad que exigen los mercados internacionales.
De igual manera, en materia de sostenibilidad y de cara a estas exigencias, se trabajó en la certificación de los palmicultores colombianos bajo el estándar Aceite de Palma Sostenible de Colombia (APSColombia).
Por otro lado, durante los últimos años, la Federación ha venido impulsando el aprovechamiento de las oportunidades de la economía circular que tiene esta agroindustria. Es así como en 2024 se inició la implementación del proyecto de certificación de productores de pequeña escala, que contó con la realización de certámenes de socialización en las diversas zonas palmeras mediante la iniciativa Colombia Palmera.
Por último, en el marco del balance anual del sector y sus perspectivas para este año, de acuerdo con las proyecciones presentadas por el dirigente gremial, se le hizo un llamado al Gobierno nacional a trabajar de manera conjunta a fin de tomar medidas contundentes en materia de seguridad, debido a que en 2024 y durante el primer semestre de 2025 se observó un deterioro generalizado del panorama de seguridad en las diferentes zonas palmeras, con consecuencias desfavorables para la agroindustria como se observó en el Catatumbo.
Nicolás Pérez recordó que cada hectárea cultivada representa empleo, sostenibilidad y crecimiento para el país y que en este sentido hay que seguir impulsando y fortaleciendo la palmicultura colombiana.
El gremio palmicultor destaca que esta actividad agrícola continúa siendo uno de los renglones más importantes del sector agropecuario en Colombia, generador de empleos y bienestar social en las regiones donde tiene presencia.
Fedepalma también subrayó que la palma de aceite es el cultivo oleaginoso más eficiente del mundo, aportando el 34 % de la producción internacional de aceites y grasas, mientras utiliza solo el 8 % del área total dedicada a estos cultivos.
Según Fedepalma, este 2025 y los años venideros representarán grandes desafíos y enormes oportunidades para la palmicultura colombiana, no solo por la elegibilidad del aceite de palma colombiano como materia prima para la producción de combustible sostenible de aviación (SAF), por parte de la Organización de Aviación Civil Internacional -OACI-, que ofrece muchas posibilidades de crecimiento; sino también porque el sector se está enfocando en temas como la normalización de la mezcla de biodiesel al 10 %, que fortalecería el consumo de ese combustible renovable, y por el trabajo que el gremio viene llevando a cabo en el desarrollo de una estrategia de financiamiento para asegurar la renovación de palma de aceite por edad y afectación sanitaria.
En el campo de la sostenibilidad, uno de los grandes desafíos de los palmicultores radica en consolidar la estrategia de trazabilidad de la agroindustria palmera colombiana y lograr el reconocimiento de APSColombia, a fin de demostrar la debida diligencia de la normativa de no deforestación exigida por la Unión Europea. “El objetivo, entre otros, es contar para 2025 con 260 productores certificados adicionales”, aseguro Perez Marulanda.
Fedepalma también subrayó que la palma de aceite es el cultivo oleaginoso más eficiente del mundo, aportando el 34 % de la producción internacional de aceites y grasas, mientras utiliza solo el 8 % del área total dedicada a estos cultivos. Colombia se posiciona como el primer productor de aceite de palma en América y el cuarto a nivel mundial, con una contribución del 2,1 % al total global.
Uno de los grandes retos de los palmeros para este año es aprovechar la elegibilidad del aceite de palma colombiano como materia prima para la producción de combustible sostenible de aviación (SAF), por parte de la Organización de Aviación Civil Internacional -OACI-.
Conferencia Internacional de Palma de Aceite 2025
Entre el 23 y el 25 de septiembre se llevará a cabo en el Centro de Convenciones Cartagena de Indias la 21 Conferencia Internacional Sobre Palma de Aceite, una cita en donde la temática es adaptarse y crecer hacia un futuro sostenible en la agroindustria de la palma de aceite.
En desarrollo de la Conferencia y por los temas de coyuntura habrá tema pata todo, geopolítica, mercados y aranceles y un tema que ha estado en boca de todo el mundo. Sobre aranceles, explicó el presidente de Fedepalma, se abre una ventana de oportunidad interesante, particularmente en el caso de aceite de palma en Estados Unidos, los principales proveedores ya tradicionales del producto han sido Indonesia y Malasia que quedaron con aranceles superiores a los de Colombia, 19 por ciento los dos países. Colombia que tiene el 10 por ciento, dijo Nicolás Pérez Marulanda tiene una posibilidad para explorar, un tema algo difícil, porque las decisiones han cambiado día a día, bien sea porque suba o baje la tarifa o porque se tengan que suspender, sin embargo, los palmicultores nacionales están a la espera de cómo se decanta el asunto, pero sí ven una oportunidad de mediano plazo en el mercado estadounidense.
Paralelamente, dijo Pérez Marulanda, viene la entrada en vigencia de la directiva de deforestación de Europa para el primero de enero de 2026 para lo cual existen todos los elementos para defender el sector palmero colombiano. Justo después de la Conferencia Internacional el presidente de Fedepalma viajará a Europa en donde mostrará el modelo trazabilidad y cumplimiento. Añadió que los palmicultores colombianos buscan que Europa reconozca la certificación “Aceite de Palma Sostenible” como parte del cumplimiento de la regulación y por esa vía garantizar un mercado importante para Colombia.
“Yo creo que con la coyuntura y las vicisitudes hay más oportunidades que dificultades y lo verdaderamente importante es leer bien cuáles son las particularidades de cada mercado, entender cómo son sus regulaciones sus temas de calidad, precios y presentaciones y a partir de eso aprovechar las citadas oportunidades.
