Las platoneras de Buenaventura son mujeres de tradición, que constituyen un legado de la cultura afrocolombiana. Asociadas a la Federación de Platoneras de Buenaventura contribuyen con programas sociales de inclusión y desarrollo comunitario en la región del Pacífico colombiano.
Mujeres afro desfilan por las calles de Buenaventura llevando pescado y mariscos frescos para deleitar a comensales propios y foráneos con los frutos del mar Pacífico.
Les llaman platoneras porque a lo lejos se distinguen por su silueta de mujer fuerte con un platón o pailón en la cabeza. Ellas forman una comunidad especial que hace parte de la identidad negra del Pacífico colombiano, son ellas muestra de la preservación de costumbres de un grupo que ha pasado sus conocimientos y medios de vida de una generación a otra, legando con ello las técnicas y métodos para el procesamiento y venta de pescado y mariscos, que sus familiares y paisanos traen cada mañana al puerto de Buenaventura.
Desde muy temprano, cuando el sol asoma en el puerto, las platoneras inician su jornada. Hacia las cuatro de la mañana comienzan los preparativos para salir a vender, pues deben ser ágiles y aprovechar al máximo la mañana porque “lo que quede en la tarde ya no se vende”.
Así lo hace Fabiola García Panameño, una mujer de 61 años, nacida en López de Micay, un municipio ubicado a 334 km del Distrito de Buenaventura, donde decidió asentarse hace más de 49 años y donde ha dedicado 25 años de su vida a la venta de pescado y mariscos en platón; o también Rocío Pino, una mujer de 37 años, dedicada a ser platonera desde los 17 años, cuando apenas era una adolescente para quien la vida no brindaba mayores oportunidades.
Fabiola y Rocío son la representación de dos generaciones diferentes en las que se aprecia la importancia de conservar las tradiciones de la cultura afrodescendiente. Juntas dedicadas a este arte en el que han puesto su paciencia, coraje y fortaleza, pasando largas horas de pie, buscando el producto y transformándolo, para que las platoneras sigan presentes en la historia de los bonaverenses.
Fabiola menciona que encontró en el “platón” no solo un mecanismo generador de ingresos, sino también una forma de trabajo digno y una fuente de alimentos con alto valor nutricional para su familia, ya que del pescado y los mariscos que compra, reserva una parte para la alimentación de su familia.
Pensamiento con el que coinciden Rocío Pino, quien afirma que “ser platonera no es solo mi oficio, es mi esencia. Me siento orgullosa de ser una mujer platonera, heredé esta enseñanza de mi madre, que ha trabajado más de 34 años en este arte, y gracias a este nos ha sacado adelante”.
Estas mujeres han forjado empresas familiares de tradición, una empresa que les genera empleo, les brinda medios de subsistencia y la alimentación para sus hogares. Su labor ha pasado por décadas de generación en generación y con el paso del tiempo la han venido tecnificando.
Con la firme apuesta por el trabajo colectivo, principio que rige a las comunidades afro y con el apoyo del proyecto REBYC II-LAC financiado por FAO y ejecutado por Invemar, las platoneras han logrado ocupar un lugar en la sociedad de Buenaventura y la unión entre ellas, partiendo del principio de asociatividad que las ha llevado a constituirse como la Federación de Platoneras de Buenaventura, lo cual les ha permitido visibilizar su actividad con oportunidades de generación de empleo decente y fortalecimiento de su actividad comercial local.
Esperan seguir creciendo y abriendo nuevos mercados, con un propósito común: mejorar las condiciones de vida y de seguridad social, pues, aunque el dinero se va viendo cada día, es difícil aún pensar en un mejor futuro y en una vejez digna.
Al constituirse esta en una labor informal, las mujeres platoneras nunca han tenido acceso a programas de seguridad social, no pertenecen a servicios de saludad de las EPS, no conocen opciones de formalización laboral con primas o vacaciones y menos de una pensión o jubilación que les permita pasar sus últimos años con la tranquilidad de tener un sustento, aunque este sea mínimo.
Corren con la suerte o no de tener épocas de bonanza, pero cuando llegan las vedas su economía se ve afectada, por lo que, si bien al inicio solo se dedicaban a la venta de productos frescos, luego vieron en la transformación de estos una esperanza para aliviar las épocas de vedas.
Mejorar estas condiciones requiere de todo un proceso, primero de sensibilización al consumidor para que priorice el producto local antes que el importado; en segunda medida, toda una articulación con instituciones y empresas del sector privado que les generen mayores oportunidades y garantías; y, por último, un proceso de educación e innovación para que mejoren su producción y comercialización que contribuya a garantizar su protección social.
El Día de las Platoneras, tiempo para el reconocimiento nacional
Así, como parte de este proceso y en reconocimiento a su labor, el 11 de diciembre de 2021 se instauró el Día de las Platoneras, con un evento que reunió a las más de 700 mujeres de 11 asociaciones de Platoneras, fecha en la que se destaca la tradición, herencia y sabor de su legado afro con el que contribuyen al impulso de la economía popular y la seguridad alimentaria.
Durante el evento del año anterior se realizó el primer reinado de las Platoneras, haciendo reconocimiento a mujeres que han dedicado toda su vida a esta labor, como Mercedes Colorado, una mujer platonera de 110 años quien se ha destacado por su entrega y dedicación enseñando a su hija, amigas y familiares todo lo relacionado con el arte de ser platonera.
Hoy, día de la afrocolombianidad, destacamos la noble tarea que estas mujeres han realizado al transmitir conocimientos y enseñanzas que reivindican a la población afro, exaltando su labor como trabajadoras de la pesca en pequeña escala con la que aportan alimentos y productos acuáticos saludables, nutritivos, inocuos y asequibles, eje fundamental que se destaca en este, el Año Internacional de la Pesca y la Acuicultura Artesanales (AIPAA).