En Colombia y otros países de la región Latinoamericana existen cientos de mujeres rurales dedicadas a la agroindustria de las flores cortadas. Todas las flores que hoy se comparten como símbolo de amor y de amistad, con motivo del Día de San Valentín y de otras celebraciones como el Día de la Madre, que se celebran en los Estados Unidos y otras naciones, llevan el sello de la dedicación, laboriosidad y entrega de las mujeres que laboran en los cultivos (cosecha y poscosecha), las buqueteras y venta de flores y ramos (bouquetes), cuyo objetivo está en expresar los sentimientos de aprecio, consideración y solidaridad a quien las recibe por parte de quien las entrega.
Solo en Colombia existen más de 8.000 hectáreas de cultivos de flores, que son atendidos por unas 150.000 personas, de las cuales cerca de 120.000 son mujeres y de ellas 80 % son Damas Cabeza de Familia, que aceptan con humildad, pero con decisión y amor, la responsabilidad de ver por la atención y sustento de sus seres queridos.
Según la Asociación Nacional de Exportadores de Flores -Asocolflores-, la participación de la mujer en la agroindustria les proporciona a los productos entregados un toque de sensibilidad, frescura y calidad que perdura en el tiempo que las flores adornan y cumplen su propósito de acompañar a las personas en su hogar o lugar de trabajo, así como estimular sentimientos de fe, confianza, esperanza y compasión a quienes visitan las iglesias, hoteles y lugares públicos decorados con las flores.
Augusto Solano Mejía, presidente de Asocolflores, aseguró que la floricultura es una actividad agroindustrial que engrandece a la nación, no solo por factores económicos (genera divisas por más de USD 1.700 millones anuales), sino por su responsabilidad social y ambiental en un sector que honra a sus trabajadores, mediante una formalización laboral integral justa, y un trabajo sostenible hacia la búsqueda de protección y respeto de los recursos naturales de su entorno.
“La floricultura sigue siendo una de las más importantes fuentes de trabajo formal en el campo colombiano. A lo largo de la pandemia de la covid-19 hemos realizado un esfuerzo inmenso que nos ha permitido conservar los 150.000 empleos directos e indirectos que esta actividad genera. Si a lo anterior sumamos que durante esta temporada de San Valentín se originan 20.000 nuevos empleos temporales -que también cumplen con todos los requisititos legales-, se demuestra el gran aporte y la estabilidad de este sector para la empleabilidad en el país”, señaló el presidente de Asocolflores.
De acuerdo con Augusto Solano Mejía, “Aunque la recuperación económica en zonas rurales ha sido lenta, el sector floricultor además está comprometido con la generación de nuevos empleos y promueve entre la población joven las oportunidades laborales y los beneficios económicos que esta actividad le ofrece a los trabajadores y a sus comunidades. La floricultura aporta mensualmente cerca de $200.000 millones en salarios en las zonas agrícolas del país, una cifra demasiado significativa”, dijo el directivo gremial.
Asocolflores cree que la mujer constituye el eje principal en la sostenibilidad del sector floricultor. Existen mujeres que llevan más de 20 años trabajando en el sector floricultor, en donde priman las madres cabezas de hogar. Hoy en día, la sostenibilidad es un concepto priorizado en todos los sectores económicos que trabajan con responsabilidad en favor de los inversionistas, la fuerza laboral y evitando los daños contra el medioambiente.
Asocolflores considera que la mujer ha sido transversal en el desempeño de las acciones sostenibles que ellos realizan, siendo ejemplo mundial en su desarrollo y el mejoramiento de su calidad de vida. «Las mujeres desempeñan un papel protagónico en la gestión, conservación y aprovechamiento del capital social y natural. Son ellas la base fundamental de la educación en los hogares y de la promoción del respeto, la igualdad y la equidad, ejes fundamentales del desarrollo económico, social y medioambiental sostenible que tanto se reclama hoy en el mundo», manifestó Augusto Solano.
El dirigente reitera que el mundo debe comprender que la importancia de la mujer no se limita a la celebración de un día o de actos públicos. Esto es importante más no suficiente. En marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, sin embargo, se debe trabajar todos los días por el goce efectivo de sus derechos, por la igual de género, y lo más importante, por modificar los paradigmas que han impedido reconocer su inmenso aporte al desarrollo de las comunidades y de los países.
Por tal motivo, el sector floricultor hace grandes aportes no solo a sostenibilidad de cientos de mujeres que trabajan con sus familias, sino también a la economía nacional que ha pasado por un difícil momento a raíz de la pandemia causada por la covid-19.
Este sector, que aporta el 25 % del empleo formal rural femenino del país, se ha caracterizado a lo largo de los años por reconocer el desarrollo integral de la mujer como elemento fundamental de sus actividades, trabajar por el cierre de brechas de género e implementar al menos cuatro componentes que aportan significativamente a su desarrollo y el de sus familias, es decir, educación, vivienda, salud y bienestar.
Gracias a ello, la floricultura colombiana le ofrece a la mujer: oportunidades de formación y capacitación técnica, dotación de útiles escolares para evitar la deserción escolar de sus hijos y gestión de becas universitarias; acceso a recursos que entidades gubernamentales, aliados estratégicos y fundaciones ofrecen para brindar a sus trabajadoras la posibilidad de adquirir vivienda nueva, remodelar una ya existente o construida en un sitio propio; actividades lúdicas y culturales para enseñar hábitos saludables, reconocer sus talentos y promover el respeto por la mujer; y generación de espacios laborales seguros y saludables que protegen sus derechos, entre ellos la maternidad como por ejemplo, con salas de lactancia.
Cada año la agroindustria de las flores educa a más de 3.000 mujeres rurales mediante un plan integral de formación y capacitación técnica para sus trabajadoras. Además, presta formación y asesoría permanente para surtir los trámites legales y de crédito que, en muchos de los casos, desconocen las cerca de 1.500 mujeres que al año favorece en este sentido, ayudándoles así a gestionar el acceso a recursos que entidades gubernamentales, aliados estratégicos y fundaciones ofrecen para brindar a sus trabajadoras la posibilidad de cumplir su sueño de tener vivienda propia.
Uno de los puntos clave que menciona Asocolflores es que trabajan fuertemente en cultivar la paz en familia, con un programa que se viene realizando desde hace cerca de 14 años y que busca garantizar los derechos de toda la familia, armonizar las relaciones y generar trabajo signo sin brechas de género.
Acciones llevadas a cabo en los dos últimos dos años en pro de la mujer, dan cuenta de una alianza publico privada en la región de Cundinamarca y Antioquia, en la que se realizó la entrega de 280 computadores para garantizar, durante el aislamiento y la alternancia escolar, el acceso a la educación de los hijos de las mujeres que trabajan en esta actividad. Igualmente, otras 1.300 mujeres y sus hogares se benefician anualmente de las actividades lúdicas y culturales que Asocoflores organiza, entre las que se destaca el ‘Flor Festival’, un encuentro en el que se enseñan hábitos saludables, se reconocen sus talentos y se promueve el respeto por la mujer.
El año anterior se gestionó una alianza con el World Bicycle Relief y la organización internacional PACT, que se materializó en la entrega de 75 bicicletas en Cundinamarca para mejorar las condiciones y acceso al transporte de las mujeres floricultoras.
Además, se adelantan programas de inclusión laboral y educación financiera para las jóvenes de las áreas donde la floricultura está presente, con las comunidades se trabaja en el fortalecimiento del tejido social mediante la dotación de ecoparques y zonas comunes y se impulsa la erradicación del trabajo infantil.
Colombia, gran proveedor de flores cortadas a más de 100 países
Además de ser una celebración especial para los enamorados, el Día de San Valentín en los Estados Unidos y otras naciones del mundo, también es importante para los productores de flores colombianos, pues sus afamados productos, formados por la más extensa variedad de especies de tallos, formas, colores y forrajes, inundan los mercados de compradores internacionales, y representan solo para esta fecha (14 de febrero) el 15 % de las exportaciones anuales del sector y una fuerte concentración de exportación dirigida a Estados Unidos, que ocupa el 80 % de su demanda.
Es por esto que, cada vez los pedidos son más exigentes y cumplir con estos estándares de calidad es uno de los retos más importantes para el sector, sobre todo, cuando el valor comercial depende de que las características estéticas de la flor se mantengan en el tiempo.
La alta calidad por la que este producto nacional es reconocido en el mercado internacional permite competir con países como Ecuador, Kenia y Holanda, principales exportadores de flores en el mundo. De acuerdo con cifras del DANE con análisis de ProColombia, entre enero y noviembre de 2021, registraron USD 1.730 millones, con un aumento cercano al 20 % con respecto al año anterior.
Entendiendo este importante escenario y con miras a la competitividad, los productores deben innovar en sus procesos en toda la cadena de valor desde el cultivo, hasta su llegada al usuario final, considerando incluso el tiempo que la flor perdura en florero.
“Además del importante aporte en la generación de divisas para el país y de la generación de un sector con alta reputación en el mundo, el cultivo de flores tiene un impacto positivo en el desarrollo económico y social del país. De esta manera, la competitividad es fundamental, sobre todo para mantener las cualidades comerciales de la flor, cuyo precio en el mercado es determinado por su estética en el punto de venta y no en la cosecha”, explica Eduardo Cerón, gerente de país de la unidad de Soluciones Productivas para Agricultura en el país de Basf Química Colombia.
Un enemigo silencioso que acelera el envejecimiento de la flor y contribuye al deterioro de esta es el etileno, un compuesto producido por la flor de forma natural, pero que aumenta su cantidad debido a lesiones físicas ocasionadas por el maltrato en procesos de poscosecha, al estrés por presencia de patógenos o por los cambios de temperatura durante todo su transporte. “Teniendo en cuenta que un tercio de la vida útil de las flores cortadas está influenciada por el ambiente previo a la cosecha, mientras que los otros dos tercios dependen del manejo y las condiciones en poscosecha, es importante integrar procesos más innovadores, especialmente en esta última fase de la cadena, que harán que la flor no se estrese y se dañe”, asegura Cerón.
En la actualidad, los floricultores cuentan con tecnologías encaminadas a producir en la planta una mayor tolerancia al estrés. Este tipo de tratamientos desarrollados por investigadores de BASF, líder mundial en soluciones para la agricultura, ha impactado la calidad de la flor de exportación alargando los tiempos de vida en florero. “El uso de fungicidas en poscosecha es muy importante y las rosas además de presentar menor afección de Botrytis cinérea –una de las principales enfermedades que afectan a los tallos-, disminuyen su sensibilidad al etileno exógeno, aumentando la duración de vida en florero”, aclara el experto.
Además de la incorporación de estas innovaciones en la poscosecha, también es importante determinar las condiciones en las que viajan las rosas de exportación tales como la temperatura, humedad, mezclas con otras especies, las concentraciones de etileno a las que están expuestas y la duración de cada una en estos ambientes. Solo así se puede maximizar la competitividad de este símbolo económico de nuestro país en el exterior.